martes, 25 de febrero de 2014

A mis cuarenta y muchos, a mis cincuenta y tantos - Pere Ll. Mataró


A mis cuarenta y muchos descubro que soy un hijo de la gran puta,


que jamás he respetado a las mujeres y las he engañado siempre.

Que soy un mentiroso compulsivo, que nunca he sabido querer, que soy un egoísta y que solo se destrozar la vida de las que me quieren.


Esto es lo que tengo de escuchar como si yo fuera el muro de las lamentaciones donde uno va a lamentarse de todos sus males.



Que he hecho daño seguro que si, como también me lo han hecho a mí, a estas alturas he aprendido que en el mundo de la pareja siempre hay uno que pierde más que el otro, ya que uno de los dos es el que lo manda todo a paseo.

El porque uno decide terminar con una relación puede ser muy variable, ya que puede haber muchos y diferentes motivos. Uno dice se acabo, cuando está harto de aguantar presiones, condiciones o reproches. Otros porque simplemente se han equivocado desde el principio y un día se dan cuenta. Otros terminan porque se termina el amor, o porque la pasión hace tiempo se fugó de casa. Otros porque se enamoran de otra persona que no es su pareja. Otros porque caen en la tentación de probar algo diferente o son deslumbrados y los pillan con las manos en la masa y claro, la infidelidad es imperdonable.

Existe un amplio abanico de motivos por los que uno puede dar carpetazo a una relación, unas veces para empezar otra nueva, o simplemente para respirar y cambiar a una vida mas sosegada y tranquila.


De siempre he sido un inconformista, incluso conmigo mismo, y siempre he necesitado “sentir”, vivir con intensidad. No puedo con la resignación, no puedo con la canción de “no me gusta lo que haces, como eres”, quizás porque yo también soy eso que no gusta. 

He trabajado toda mi puta vida y no he pedido nada a nadie y por supuesto no debo nada a nadie, y lo que si se cierto, que cuando existe una ruptura, la parte femenina ofendida se consuela con el vil metal, con la puta plata. Es aquello de que tú me has engañado, pues yo te jodo desplumándote y me iré al Corte Ingles a patearme el botín para vengarme de la ofensa. 

Los amigos, desaparecen por arte de magia, solo quedan los verdaderos, los que tienen claro que es una amistad, y a ti se te queda la cara de bobo cuando te enteras que te están despellejando antes de haber hablado contigo, habiendo tomado parte por una de las partes, que por supuesto no eres tu, cuando lo más inteligente es quedarse al margen de la ruptura, pero para ello hay que tener claro el concepto de amistad. 

Ya son muchas las relaciones que uno ha tenido, y no tengo en las cachas de mi pistola las muescas de mis victimas ni me vanaglorio de tantas relaciones…me hubiera gustado haber tenido solo una, pero la vida me ha deparado vivir de la manera que me ha tocado, con sorpresas, muchas sorpresas. 

No les guardo rencor a ninguna de mis ex parejas, seria una perdida de tiempo, y por supuesto en ninguna de ellas he encontrado la honestidad de llegar al final de la relación y tratar el tema como adultos, siempre está presente el odio…Que curiosidad, con lo mucho que dicen haberte querido.

Las únicas heridas profundas que quedan en el camino son la de las victimas reales de las rupturas, los hijos, los que nunca tienen la culpa de los errores de los adultos y siempre pagan las consecuencias. Mis únicos pecados han sido hacia con ellos, porque en un determinado momento les fallé, aunque por suerte el tiempo pone las cosas en su lugar, y llega la comprensión de la mano del sentimiento, es la única putada real, lo que me deja cicatriz. 


De todas las relaciones, que en su día fueron pasiones y duraron lo que duraron guardo dos tesoros, que no se tasan con dinero, ya que no hay dinero en el mundo para poner precio a lo que representan, son mis hijos, mi hija Anna…bufff… mi hija Anna!!!... Cuanto la quiero, y mi hijo Marc el que me hace perder los nervios, al que tanto le debo por contagiarme su ilusión y fantasía y al que me vuelve loco con su abrazo…Que cabrón mi querido enano. Cuanto os quiero, solo yo se lo que os quiero. 

Las relaciones son etapas en la vida que desgraciadamente, cuando llegan a su final, dejan un mal sabor de boca, hojas volando en medio de una ventisca, de un remolino cuya espiral va absorbiéndote la vida, tu vida. 

Quizás la próxima relación sea la definitiva, quizás por que habrás encontrado lo que realmente necesitabas, o quizás porque estarás muerto antes de que se termine. 

Quizás ya no existan más porque decidas seguir el camino solo, aguantándote a ti mismo, conformándote con aventuras pasionales de una sola noche o dos si te hacen realmente vibrar. 

La vida es un constante quizás, la incerteza de no saber donde te llevarán tus propios pasos… 

Sorprendente…Descubrir que a mis cincuenta y tantos soy un hijo de puta que nunca he querido a la madre de mi hijo…Sorprendente las matemáticas a la hora de los bienes gananciales. Sorprendente de que roben del joyero de mi casa las únicas joyas de valor que tenia, una pulsera, un pendiente y la alianza de boda. 

Sorprendente lo que cambian las cosas, o quizás… 

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