domingo, 11 de mayo de 2014

Desnudos - Efi Cubero

Como un amanecer que los despierta,
el cielo con matices en esta atardecida.

Es diciembre, hace frío,
tenue inunda la vida entre viento y palabra.

Aunque los dos carecen de envoltura,
se acercan entre sí por darse abrigo
dándose ese calor que proporciona
el roce de las ramas enlazadas
sin podas ni destinos.

Dos piras sin arder frente al ocaso
que guardan el rescoldo
del latir de la tierra.

Hay un rumor oculto en el temblor del bosque.
Una hoguera que guarda el crepitar de un sueño.

El rescoldo, la brasa de algún fuego dormido…

A la intemperie esperan el brotar de las hojas
en una renacida primavera
que aún palpita, que aún vive
en el hondo interior de las emboscaduras.

Los herirá la lluvia.

Los azotará el viento de las incomprensiones.

Cercenará su savia cualquier filo acerado;

Pero siempre habrá alas que cobijen
su asombro

- Vive la rama, libre el pájaro vuela-

Sosteniendo el prodigio de las revelaciones.

Hay un mismo latir cuando el sol los invade,
en un gozo de luz y de memoria
- esa melancolía sin olvido.

Cómplices son del corazón del fruto…

Solos, frente al paisaje que ambos aman,
dos árboles desnudos, dos líneas paralelas
que nunca han de encontrarse,
fundan un territorio
con semillas de anhelo.

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