mientras el color ocre se va fundiendo a gris,
amores quebrados quedan en lo más oscuro,
ahogados entre recuerdos fríos de otros inviernos.
Olas rompiendo en playas solitarias de ti,
donde grababa en las arenas de sus orillas con el dedo tu nombre,
mientras la paz perturbaba el siseo del ir y venir de las olas,
trayéndome la imagen de tu perfilado deseo.
Atadas nuestras manos en una noche eterna,
donde por mucho que lo intente el tiempo,
nunca borra el rastro de nuestro paso por el frío.
Deseando ser condenado eternamente a esa niñez
donde me amparaban los abrazos de mi abuela,
o tal vez vivir cosido a ti,
donde recobré la calidez del nido perdido.
Pasa otro otoño,
que va abriendo fríos de invierno,
donde quizás las neblinas
enturbien la visión del camino
hacia tu abrazo,
recordando palpitos ya lejanos
de pequeñas cosas que me hicieron sentir.
Quiero escuchar
los sonidos del silencio,
roto por el chasquido de tu beso en mis labios,
y caminar por encima de las hojas secas
del manto que va dejando este nuevo otoño.
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