sábado, 4 de noviembre de 2017

Parece que fue ayer, pero hace mucho más - Pere Ll. Mataró

La oscuridad de la habitación,
oscuridad resquebrajada por la tenue luz de una lámpara cubierta 

por una tela roja,
la suave música del tocadiscos,

donde sonaba Cohen, Brassens, o cualquier otra balada de los que por siempre seguiran siendo grandes,
invitándote a apretar más la entrepierna contra el cuerpo de la compañera de fiesta, mientras susurraba al oído secretos y deseos subidos de tono.

Eran tiempos diferentes,
donde movíamos montañas con el humo de un cigarrillo,
subíamos a la luna a tomar un café,
y nos abrazábamos como si fuese la última vez,
desbocados como fuego salvaje ,
hasta que no quedaba nada por quemar.

Recuerdo cuantas veces me dijeron que nunca terminaría, 

que lo nuestro era mágico
mientras me apretaban en el abrazo húmedo del deseo seductor,
pasión de juventud, inquieta y fuera de control,
envueltos en la desnudez de nuestros cuerpos tersos y ansiosos por descubrir.

Antes todo era mejor, más fácil,
era menos complicado sabiendo menos de lo que sabemos ahora,
andábamos cara al viento, fuertes, escandalosamente jóvenes…

Los años rodaron quedando en un pasado inquieto,
abrazados a cuerpos desnudos con rostros, la mayoría ya sin nombre,
abrazos fuertes, donde me hundía en pechos tersos
donde siempre encontraba el cálido refugio.

Cara al viento, 
a la deriva de lo incierto y ciertamente atrayente por descubrir,
sin tantas cosas en las que pensar,
sin plazos ni compromisos…

No puedo dejar de  tener nostalgia de esos lugares repletos de caminos por recorrer,
repletos de sorpresas, sin preocupaciones por romper normas.

Sigo caminando cara al viento,
a pesar de haber dejado atrás la juventud,
pero ya nada es lo mismo,
parece que fue ayer,
pero hace mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario